lunes, 11 de febrero de 2013

Una sociedad recoge lo que siembra

Recientemente, a raíz de un programa televisivo sobre la situación educativa en Finlandia, ha saltado a la palestra el debate de por qué no tenemos en España un sistema educativo similar. Y es que por muchas vueltas que le demos, comparar Finlandia con España es como comparar manzanas con coches. Es que no tiene ningún sentido porque a nivel social estamos a años luz. No quiero caer en el típico cliché al que tanto tendemos de idealizar Escandinavia, porque nunca he estado ahí y no me veo cualificada para hablar de lo que no conozco, lógicamente. Así que trataré sólo de la parte con la que me topo a diario:


  • En España, los niños NO son lo primero. Y es curioso, porque cada vez tenemos menos hijos, pero en lugar de dedicarles más atención, les dedicamos menos. Y es que aquí, lo primero es el trabajo. Los horarios son absurdamente incompatibles con una vida familiar de calidad. Conservamos aún en gran parte de las empresas los horarios que surgieron en la época de Franco, en la cual el pater familias se iba a comer a casa y hasta podía echarse la siesta para después volver a la carga. El problema es que ya no sólo trabaja el marido. Si antes con un solo sueldo vivía toda la familia, ahora son necesarios dos muchas veces para llegar a duras penas a fin de mes. Y si ambos progenitores están trabajando hasta las siete de la tarde y más allá... ¿quién se encarga de los niños? ¿El colegio, las actividades extraescolares, los abuelos? ¿La televisión? No hay medidas de conciliación reales (NO, conciliar no es ampliar los horarios de guardería, conciliar es reducir los horarios de trabajo, volverlos más intensivos), y no deja de ser chocante cómo en España trabajamos más horas que en muchos otros países, pero la productividad es mucho menor. Ya explicó Marx en su día las diferencias entre plusvalía absoluta y plusvalía relativa, y no voy a entrar en eso... Pero existe una causa-efecto (muchas horas de trabajo -> poco tiempo con los hijos) difícil de romper. Si lo primero de un país no son los niños, esto es, el futuro de dicho país, mal empezamos. Además, tenemos tendencia al calientasillismo (estar muchas horas en el trabajo, aunque juguemos al solitario o nos rasquemos la nariz, para "aparentar" que trabajamos más que el compañero), lo cual se solucionaría si se trabajara por objetivos y no por horas. Por desgracia, muchos lugares de trabajo son paternalistas y viejunos y no confían en sus empleados, por lo que se dificulta el teletrabajo y otras medidas que ayudarían a la conciliación. La figura del jefe bigotudo y con olor a alcanfor paseándose entre las mesas comprobando que la gente está trabajando de verdad sigue siendo de plena actualidad. Y tiene muchísimo que ver con cómo estamos educados, con lo cual se forma un círculo vicioso. 
  • En España, la picaresca es el primer paso de la corrupción. Éste es un punto controvertido. Pero siempre he opinado que los políticos de un país son un claro reflejo de cómo está establecida su sociedad. Todos nos escandalizamos cuando un político roba miles de euros. Pero pocas personas se encuentran una cartera en el suelo y la devuelven a su dueño. Todos nos escandalizamos cuando un personaje público miente en sus declaraciones. Pero todos copiamos en los exámenes y mentimos en los currículos y ni nos despeinamos. Todos nos escandalizamos cuando en las altas esferas hay una carencia total de civismo... pero seguimos sin recoger las cacas de los perros, aparcamos en doble fila por no caminar tres metros y vamos, sin más, a nuestra absoluta bola. ¿Qué quiero decir con esto? Pues que habría que ver cuántos de nosotros, en la situación de ser sobornados (por ejemplo), no caeríamos en el cesto. Por eso digo que la picaresca es una corrupción "light". No educamos para el civismo y la honradez. No lo hacemos. Pasamos poco tiempo con los hijos, y no les mostramos que la base de cualquier sociedad ha de ser el respeto hacia los demás. Una sociedad recoge lo que siembra.
  • En España, confundimos instrucción con educación. Consecuencia de los dos puntos anteriores, muchos padres delegan en el colegio absolutamente todo. Tienen un hijo, y ea, que sea el colegio quien se encargue de todo. Pues no. La crianza y la educación tienen que venir de las familias. Los colegios están para instruir. Es que no es lo mismo. Pero si no podemos pasar tiempo con nuestros hijos, y cuando llegamos a casa estamos tan cansados que sólo nos sale pegar cuatro gritos, ¿cómo vamos a educar a nadie? ¿Cómo vamos a enseñar respeto a nuestros hijos cuando estamos tan quemados del día a día en las junglas laborales, que sólo nos salen improperios?
  • En España, la educación de los colegios lleva años estancada en un modelo que no funciona. Las clases están planteadas con una estructura donde todos los niños se tratan sin tener en cuenta sus peculiaridades, porque aunque se llenen la boca como palabras como "diversidad", si una clase tiene 27 niños y un solo profesor, y una estructura decimonónica donde todos deban estar sentados durante horas sin moverse y sin fomentar la creatividad, el criterio propio o la curiosidad, añadir peculiaridades a este esquema (niños inmigrantes que no conozcan el idioma, niños en grupos de riesgo de exclusión social, niños con déficit de atención, o con necesidades especiales, etc) sólo lo empeora. Además se fomenta la competitividad en vez de la colaboración (luego será lógico que en la vida laboral no sepamos trabajar en equipo), y la calificación por medio de notas hace que no importe lo que aprendas realmente, sino que se trata de meterse un montón de datos dentro del cerebro, escupirlos en el examen y a otra cosa mariposa... ¿Cuántas cosas recordamos de las que aprendimos en el colegio? ¿Para qué sirve todo eso, entonces? Por no hablar de las reformas educativas, con clara carga política, que ponen patas arriba todo el sistema educativo una vez tras otra.


En fin, que creo que todo está relacionado. Educación, sociedad, trabajo, organización vital. No podemos pretender traer un modelo educativo que está basado en una estructura social que nos es totalmente extraña. Porque ese modelo educativo traería de la mano precisamente toda una serie de grandes cambios sociales.
Yo quiero ser optimista, porque veo que cada vez más personas alzan la voz contra este modelo demencial de trabajo y de educación. Y los cambios no siempre se producen de golpe, a veces hay pequeñas revoluciones silenciosas y lentas, pero que al final incluso calan más que la pataleta inmediata.
Pero lo que está claro es que por algún sitio hay que empezar. Que no sabemos si fue antes el huevo o la gallina. Pero que hasta que no tengamos claro que los niños son lo primero, y que sin educación no somos nada, no somos nadie, no podremos avanzar hacia una sociedad más madura y civilizada.

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