domingo, 30 de marzo de 2014

Fumar en el embarazo

No lo entiendo, lo siento. Es decir, sé perfectamente que la adicción al tabaco puede ser muy peliaguda, que cuesta mucho dejarlo... pero desde luego, hay que hacerlo ANTES de quedarse embarazada. Yo misma fumaba hace años, y jamás se me hubiera ocurrido tener un hijo entonces. Porque hay cosas que son básicas. Y porque no es lo mismo perjudicarte a ti misma, motu proprio, que perjudicar a un pequeño que no puede ni defenderse ni opinar sobre el asunto.

La cuestión es que antes era muy común que los propios ginecólogos te dijeran que "era peor la ansiedad por no fumar que el fumar en sí". Falso. Falsísimo.

Fumar en el embarazo aumenta el riesgo de aborto, embarazo ectópico, placenta previa, desprendimiento de placenta, sangrado, parto prematuro (uno de cada siete niños de madres fumadoras es prematuro) y todo tipo de complicaciones en el embarazo. Los bebés de madres fumadoras suelen tener un tamaño más pequeño, porque cada cigarrillo disminuye la cantidad de sangre que le llega a la placenta, produciendo que el corazón del bebé lata más deprisa. El monóxido de carbono, por su parte, hace que le llegue un 40% menos de oxígeno. Por eso son bebés más pequeños: porque su desarrollo no es como debiera de haber sido de no someterse a estos tóxicos.

Y además, según un estudio publicado por el CDC de EEUU en el año 2011, tienen entre un 20 y un 70% más de probabilidades de nacer con defectos cardíacos congénitos.


Pero no acaba ahí la cosa. Después, son niños más propensos al Síndrome de Muerte Súbita del Lactante, y nacen con síndrome de abstinencia a la nicotina (según un estudio realizado en la Brown Medical School de Nueva York, los bebés de madres que durante el embarazo fumaron seis cigarrillos al día mostraron en las 48 horas siguientes al parto síntomas adictivos), por lo que llorarán más y estarán más irritables. El consumo de tabaco también está asociado a menores tasas de lactancia materna. En su niñez, tendrán una mayor propensión a desarrollar asma, alergias, obesidad, trastornos del aprendizaje o hiperactividad. Y más adelante, tendrán mucha más tendencia a convertirse, a su vez, en fumadores.

La ansiedad producida por dejar el tabaco no es más que una reacción natural del cuerpo, que tiene que adaptarse a la nueva situación de liberación del tóxico. No existe ningún estudio concluyente que demuestre que el "estrés de dejar de fumar" tenga ningún efecto sobre el feto. Sin embargo, sí existen infinidad de estudios que demuestran los efectos tremendamente negativos del consumo de tabaco durante la gestación. Ampararse en esa supuesta "ansiedad malísima para el niño" no es más que, la mayoría de las veces, una absoluta excusa para no dejar el hábito. Ni más, ni menos.

Y tú, ¿fumas en el embarazo?

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